28 de agosto de 2015

La transmisión de Pakal



I. Los primeros minutos de un amanecer vacío de nubes me encontraron en una combi llena de gente, avanzando hacia el centro de Palenque por una autopista ancha, rodeada por la selva Lacandona. Acababa de dejar el viejo colectivo que doce horas atrás había salido desde Cancún y ahora intentaba recordar el nombre del lugar en el que pasaría los siguientes días. Busqué en la libreta, entre palabras enmarañadas y números difíciles de comprender: “Camping El Panchán (cerca de la entrada a las ruinas)”, recordaban mis letras nerviosas.
La combi me dejó en el centro de este pueblo que es uno de los más visitados del estado de Chiapas, debido a su riqueza natural y arqueológica.
Pasé un par de horas viendo llegar y salir combis como la que me trajo a mí, a la espera del camión que me llevaría la zona de campings El Panchán, conocida no sólo por estar en medio de la selva, sino por su cercanía a la entrada a las ruinas arqueológicas de Palenque, donde se encuentra el intrigante Templo de las Inscripciones, construido durante el reinado del antiguo gobernante maya Pakal.
El tiempo que pasé en Palenque fue muy corto. Se podría decir que fue una suerte de internado selvático de cuatro días en los que estuve deambulando entre el camping y la selva, caminando, tomando mate, cocinando, leyendo y charlando con el grupito que se armó en el sector donde instalé mi carpa: las chilenas Natalia y Natalia Emilia; el mexicano René; el argentino Chaco Furque; el norteamericano Eric Fitt y yo. Los seis andábamos de viaje hace rato, y todos parecíamos disfrutar de estar ahí, echados en una hamaca medio descocida o en nuestras bolsas, al aire libre, perdidos entre tanto verde, rodeados de un aire tan puro y húmedo que por momentos parecía esponjoso, buscando silencios para ver si encontrábamos algún ave que se escuchaba cerca o sorprendiéndonos con los debates a gritos de los monos aulladores, durante horas.
Junto a ese entorno en el que podías llegar a sentirte verdaderamente inmerso en la naturaleza, lo que me había llevado a Palenque eran las ruinas, y el camino a las ruinas.
Demasiado habituado a las calles asfaltadas y los verdes parejos y pulcros de la zona hotelera cancunense, quería tierra. Antes que verla, quería andar por la selva, caminar, cansarme por senderos nuevos o viejos, pero eso: senderos, no veredas.
El Chaco fue uno de mis acompañantes de caminata una tarde brillante y calurosa. Nos mandamos por la parte atrás del camping, y cuando se terminó uno de los tantos senderos de piedra que sirven de entrada a la selva agarramos una especie de camino para autos, levemente ascendente, lleno de piedras. A poco de salir, todavía hablando y sin signos de cansancio, nos cruzamos con un par de hombres del lugar que tenían atado a un jabalí o chancho salvaje –que parecía haberse cansado de luchar contra la soga y descansaba entre las sombras. Más adelante, como si el lugar fuera imponiéndolo, fuimos hablando cada vez menos a medida que nuestros pasos se hacían más lentos. No sé cuánto tiempo caminamos. Seguro fueron más de 40 minutos. Puede que más. Hubo un momento en el que, sin siquiera mencionarlo, dejamos de hablar. Además de nuestros pasos, se escuchaban los cantares de los pájaros, ciertos golpes lejanos, ramas que se agitaban por un balanceo furtivo o por el viento, que soplaba rachas calientes entre las hojas. Sería casi absurdo tratar de seguir sumando palabras. Sería más útil para el lector decir que hablaba la Tierra.
Cuando la caída del sol se hacía evidente, pegamos la vuelta.
Desde esta tarde lluviosa de San Cristóbal no recuerdo si esa misma noche Eric contó la historia, o si eso fue más adelante. Lo cierto es que poco después de ese momento este viajero espiritual que lleva más de 18 años recorriendo gran parte de Asia y ahora América, comenzó a hablarnos sobre lo que llamó “la transmisión de Pakal”.
Esa noche el relato fue corto, medio al pasar, mientras tomábamos unas cervezas después de la cena. Pero a mí me había atrapado y le dije a Eric que me gustaría hablar sobre esa presunta transmisión más adelante.



II. Lo que transcribo a continuación es una síntesis, con mínimas modificaciones, de una grabación hecha por el mismo Eric desde aquí, San Cristóbal. Quedarán para otro momento las descripciones sobre la magnificencia de las ruinas de Palenque. También los senderos que hay camino a esta que fue una gran ciudad de la región durante los tiempos en que la civilización maya estaba tan viva como hoy nosotros.
Que sea Eric, entonces, el que nos cuente: “estaba viajando por Palenque, parando en El Panchán, donde conocí a un tal Gabriel M. Él tenía un local en el restaurante Don Mucho’s, que es el principal de ahí y un buen lugar para salir por las noches. Su local tenía un montón de cosas, pero noté un panfleto interesante (…). Cuando vi este panfleto me fijé en él y comencé a hablar con Gabriel acerca de su contenido. Tenía una pregunta: ¿qué carajos es esto? Me dijo que conoció un hombre de Europa que le dio este panfleto a él. Él no estaba seguro de qué país era, tal vez de Suiza o Suecia. De cualquier modo, el panfleto me pareció muy interesante. Estaba cubierto con símbolos místicos multidimensionales y en su tapa decía: ‘19:19 Matrix. Meditación Multidimensional’. En el fondo dice: ‘Despierta tu arquetipo de cristal’. Así que le pregunté a Gabriel sobre esto.
(…) Hay más información, la cual se vuelve más y más extraña. Cuando le pregunté a Gabriel me dijo que el hombre que conoció, quien le dio esto, aparentemente recibió una transmisión telepática del mismísimo Pakal. Lo que hay que entender sobre Pakal es que Palenque, el famoso lugar que recibe numerosos visitantes de alrededor del mundo desde hace varias décadas y ha sido el lugar más estudiado entre las ruinas mayas, tiene mucho que ver con este personaje, Pakal, quien fue el gran rey que expandió la ciudad largamente durante su vida. Antes de morir diseñó su propia tumba, aparentemente con algún significado místico a su alrededor, y sobre de ella, rodeándola y cubriéndola, está el Templo de las Inscripciones, una pirámide-templo muy vertical y hermoso que se mantiene hasta hoy. (…) Así que Pakal fue el gran rey que hoy es venerado como un dios  por los mayas modernos, al menos en esta parte del mundo maya. Este es el contexto sobre Pakal. Algunas veces se refieren a él como Pakal Votan, lo que para los estudiosos es un título muy controversial porque sugiere que es un dios.
Le pregunté a Gabriel qué sabía sobre esto, porque es algo muy misterioso, y él me dijo que no sabía mucho, que realmente no podía decirme mucho. El panfleto parece ser una guía con instrucciones para una meditación de muchos días, una meditación de 361 días, durante la cual: ‘mediante el uso de 19:19 Cristal Matrix empiezas a conectar con los hilos lumínicos a tu Ser Superior, alineando tu propia matrix arquetípica con el árbol cósmico, sincronizando así Tiempo, Profecía y Magia’.
Aparentemente esa meditación debe ser realizada en la manera y el orden prescritos, lo que tomaría casi un año, para entender lo que está ocurriendo ahí. A partir de que Gabriel no hizo la meditación, él no tenía nada [más] por explicarme. Pero yo diría que el 19:19 parece relacionado con la manera en que está construida la Flor de la Vida. [También en el panfleto] hay 19 pasos en los que aparece ese símbolo que es uno de los que se conoce como Flor de la Vida, que tantas personas tienen tatuadas, y que es presuntamente (lo digo porque no lo vi por mí mismo) un símbolo que se encontró en todos los continentes del mundo, con excepción, quizás, de la Antártida, y que data de la prehistoria en todos estos lugares, lo que sugiere una civilización global prehistórica.
Esto es lo que he aprendido, esto es todo lo que sé, es un gran misterio. Te invito [si te sientes inclinado] a mirar por ti mismo. Hay un sitio web: 19matrix.org. Ahí hay más información”.
El relato –una grabación de ocho minutos que Eric realizó de una sentada– me pareció tan claro que decidí transcribirlo casi sin cambios. Pero antes de irme me gustaría dejar una que otra precisión. Vale la pena contar, por ejemplo, que el Templo de las Inscripciones comenzó a construirse hacia el año 675 d. C., durante el propio gobierno de Pakal, y que las intenciones claras de su creación eran glorificar la vida y honrar la muerte de este interesantísimo mandamás del antiguo señorío maya de B’aakal.
Las rutas similares hicieron que continuara mi viaje junto a Eric, con quien llegamos a dedo a San Cristóbal. Si nuestras direcciones hubieran sido distintas, esta sería otra historia. Pero la continuidad de nuestra cercanía posibilitó que la transmisión de Pakal, una de las numerosas historias que existen alrededor de este templo sagrado, sea repetida una vez más.

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