15 de abril de 2014

Hacia los orígenes de Cuba

Padura es hoy mundialmente conocido por su serie de policiales protagonizados por el detective Mario Conde y por El hombre que amaba a los perros, novela que lo ubicó en ese selecto grupo de escritores que gozan de reconocimiento masivo a la vez que son respetados por colegas y críticos. La prosa de este cubano siempre afincado en Mantilla pasa su hora más alta. Por estas razones, El viaje más largo llega en un momento propicio para la difusión de una obra esencial, y casi desconocida, de quien supo integrar una renovadora generación del periodismo en la isla más conocida del Caribe.
Viaje más largo
Corría 1980 cuando un joven Padura, recién egresado de la Facultad de Filología de la Universidad de La Habana, halló su primer destino laboral en El caimán Barbudo, revista donde publicaban los jóvenes creadores cubanos. Pero los experimentos que se ejecutaban allí duraron poco, y en 1983 Padura y otros compañeros fueron enviados a Juventud Rebelde, donde se suponía que los reeducarían ideológicamente. Lo que parecía una operación de adoctrinamiento, no obstante, resultó todo lo contrario, porque la dirección del diario encomendó a los recién llegados la misión de hacerlo más atractivo, y para eso les brindaron las condiciones con las que sueña todo periodista: tiempo ilimitado para las entregas, todo el espacio que requiriesen los textos, recursos para viajar por el país y libertad para elegir los temas. Lo que iba a ser un corsé ideológico se transformó en un trampolín de privilegios impensados.
De aquellos años son los escritos compilados en este volumen, que ostentan la profundidad, dedicación y multiplicidad de abordajes que se espera del mejor periodismo, a través de una mano que ya se mostraba nutrida de gestos narrativos. Se ha dicho que estos escritos están construidos “a contrapelo de los cánones propuestos por la memoria oficial”, pero más que una discusión con las concepciones desde las que replantear el pasado, Padura entra de lleno en esa “cubanía extraviada” que menciona el subtítulo del libro a través del viaje hacia los orígenes del país, a los confines de una conformación sociocultural que se gestó a lo largo del siglo XIX, con la influencia de catalanes, chinos, franceses, norteamericanos y otros migrantes que arribaron a las costas cubanas para mejorar sus vidas y multiplicar las características de una nación. El Padura que sabe exponer las mayores flaquezas pre y postrevolucionarias aquí está en segundo plano, y tiene preeminencia el descubridor embelesado, el nostálgico que rescata con la mayor rigurosidad posible los lugares, personajes y recuerdos de “un mundo que se acaba”.
Además de la perlita que es el texto sobre Walsh –el único que no es de los 80–, las crónicas sobre la muerte del proxeneta Alberto “el Rey” Yarini y sobre los orígenes del ron Bacardí muestran lo mejor de este joven que ya deja entrever hacia dónde irán sus trazos. Y convalida la definición que la Guía de la novela negra, del apócrifo Malverde, brinda sobre Padura: “lo más importante es que es un hombre inquieto, que se hace preguntas, un hombre que, viviendo donde ha vivido y leyendo como ha leído, no puede más que asediar el concepto de utopía con uñas y dientes”.
(Publicado en abril de 2014 en Le Monde Diplomatique, edición Cono Sur)

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